|Live Review| Slayer en Chile 2013 | Chile pintado en sangre

Slayer, una de las bandas que ha estado más en boca durante el año, se presentó por sexta vez en suelo chileno en uno de los conciertos más esperados del último tiempo, dejando todo arriba del escenario y aniquilando a cualquiera que se cruce en su camino.


Durante los últimos meses, la banda se ha visto estigmatizada por dos fuertes cambios; la salida de Dave Lombardo y la partida de Jeff Hanneman, hechos que han provocado variadas repercusiones en el público internacional. Para ser sincero, con dichos cambios en la alineación no me generaba una gran expectativa en cuanto al sonido que quería llegar a oír, al Slayer clásico. Si bien el conjunto ya lleva casi tres años tocando sin Hanneman, se me hacía difícil imaginarlo sin Lombardo, lo veía como un vacío difícil de llenar. El encargado de llenar el vacío por tiempo indefinido es Paul Bostaph, historia conocida ya que una situación parecida ocurrió con el primer despido del AK47 en 1992.


Toda esta predisposición se me vino abajo cuando los primeros riffs de "World Painted Blood" comenzaron a sonar. La adrenalina empezó a fluir en el público a tal nivel que se podía oler en el aire augurios de mosh. Paul Bostaph hizo que me tragara todo lo dicho anteriormente, simplemente una bestia en la batería.

"Disciple" es la encargada de seguir masacrando cráneos en el show. Mientras el público coreaba “God hate us all!”, los que esperaban para que empezara Slayer a las afueras del estadio comenzaron a entrar repletando un poco más lo que es cancha y galería, un vivo ejemplo de la convocatoria a nivel nacional que tiene la banda.

La estruendosa guitarra de Kerry King irrumpe el silencio con la intro de "War Ensemble". Las patadas voladoras y los golpes se divisaban por toda la masa de gente que disfrutaba del poderío de este cuarteto estadounidense. Un par de “¡Viva Chile, mierda!” por parte de Tom son los encargados de prender aún más al ansioso público que quería seguir moviendo las cabezas hasta que no haya un mañana.

Los oyentes melenudos continuaron saciando su apetito destructivo moviéndose al ritmo de "Mandatory Suicide", un tema de la vieja escuela en la que destaca su lúgubre y cabeceable intro, gracias a la cual se apreciaba un agradable mar de cabezas sacudiéndose armoniosamente junto con esta. Los mosh sobraban y esto está recién empezando. Seguido de este bestial frenesí, dos cortes del clásico “Season In The Abyss” (1990) salen a la luz; hablo de "Hallowed Point" y, luego de una injerencia de Tom, "Dead Skin Mask". Este par de canciones hacen que el público siga en el trance evocado por la banda.

Después de tanto clásico destrozando tímpanos, ya se me hacía hora de escuchar algo de lo último de Slayer. Al parecer Kerry y Gary me leyeron los pensamientos, puesto que instantes después el riff desgarrador de "Hate Worldwide" comienza a sonar, desatando nuevamente el caos colectivo en el público. Con el caer de la noche empiezan a aparecer lo que son las primeras bengalas para adornar los circle-pits y, por qué no, demostrar lo prendido que estaba el público, gráficamente.


Después de ese lapsus de lo más fresco de la banda, Tom nos remonta de una patada en el trasero a épocas más antiguas con un clásico de siempre; hablo de "Season In The Abyss". A estas alturas, ya no tenía voz y el cuello me pedía tregua. Pero yo, al igual que las otras decenas de miles de head-bangers, quería seguir disfrutando de este primer contacto con el Slayer modelo 2013.

Un silencio abarca al estadio y todos corean los típicos cánticos que los chilenos les hacemos a los grupos que nos visitan, el clásico “¡olé, oleolé, olé!, ¡Slayer, Slayer!”. Segundos después, el telón principal de Slayer desciende y deja a la vista de todos el logo personalizado en memoria Hanneman de la famosa cerveza alemana, la cual irónicamente lo llevó a la tumba. Todo esto se ve envuelto por un aire emotivo, en el cual a más de algún compañero pasado de copas se le escapó una lágrima y alzó los cuernos al cielo en señal de desamparo.

Pero bueno, no vinimos a llorar, así que rápidamente Slayer se vuelve a incorporar en el escenario para tocar un tema con el cual homenajear a su hermano caído; "South Of Heaven". Más de cuarenta mil personas corean la canción para rendir tributo a Jeff y recordarlo con un vídeo-montaje preparado por la banda.

Luego de este emotivo pasaje dentro del concierto, seguimos con el caos colectivo, pero esta vez, Slayer saca la artillería pesada; de la mano de "South Of Heaven", llega "Rainning Blood", en donde los fans chascones hacen honor a su fama y no hay nadie que se salve del pit. Las primeras notas son coreadas por todo el público asistente y acto seguido están sacudiendo sus cráneos en una reacción maquinal al escuchar la batería bestial de Bostaph. Las guitarras, la batería, el bajo y la voz de Araya se unen en una armonía del desastre y desatando una gran hecatombe. 

Como si esto fuera poco, con unos segundos de tregua después de la lluvia sangrienta, un riff conocido por todos irrumpe los rugidos del público y el característico grito de Tom coreado por el público entero da inicio a "Angel Of Death", canción con la cual la banda se propone generar una masacre. La gente vuela en los mosh y un par de bengalas se vuelven a prender para amenizar las patadas. “Angel Of Death!” corea el público y la canción se acaba, llevándose consigo a los músicos que se despiden de la fanaticada chilena, dando por terminado un show de reencuentro y algo emotivo.


Dejando de lado los problemas técnicos que se podían escuchar a lo largo del show, como saturación de sonido o perdida de este, encuentro que este Slayer 2.0, modelo 2013, Kerry King’s Proyect o como quieran llamarlo, logra un sonido clásico y muy pulcro, superando mis expectativas en niveles inimaginables. Bostaph es una maldito animal en la batería y Holt, ni hablar de su desempeño como guitarrista. Encuentro que este último emula muy bien lo que fue el sonido de la guitarra de Jeff, pero con una pizca de Gary en cada solo.

En sí, el show me dejó con un gusto a poco, encuentro que hicieron falta temas más clásicos, de esos sacados del baúl del abuelo –como "Silent Scream" o "Postmortem"-, o en su defecto, algo de lo más reciente. Pero este no era su gig, quizás la próxima. 

Cristóbal Muñoz 
Fotos: Rolando Morales (www.latercera.com)

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